jueves, 8 de mayo de 2008

Los cuentos con los que yo cuento


El Cascanueces

“Los adultos, padres, maestros, los protectores de los niños quieren para éstos las cosas que no hacen daño. Piensan que es mejor que el niño viva en un mundo dulce, mórbido, etéreo, infantilizado, reducido y protegido. Esto ha dado como resultado en el mundo editorial una preferencia por un tipo de ilustración con estereotipos infantilizados, que parece que les da buenos resultados. Así, no corren riesgos. Los niños lo aceptan quizás porque se les ofrece como adecuado a ellos, infantil, pero llega un momento en que se aburren de todo esto porque es siempre lo mismo. Este modo de educar es artificial y al creador le exige poco. Creo que los niños son más inteligentes y valientes. De todas maneras, es difícil decir quién se equivoca y quién tiene razón.” (Roberto Innocenti)
Roberto Innocenti es ilustrador de libros infantiles, uno de los últimos en el que trabajó fue en El Cascanueces (E.T.A. Hoffmann (texto) y Roberto Innocenti (ilustraciones)Diseño de Rita Marshall. Traducción de Humpty Dumpty. Barcelona, Editorial Lumen-Sudamericana, 1996.). Texto e imágenes para partir y compartir… Drosselmeier es quien trae al Cascanueces al hogar de los niños Stahlbaum en la noche de Navidad. Los sucesos maravillosos pueden explicarse desde el mundo “real” a través de los desvaríos febriles de Marie (la niña protagonista) al herirse con un cristal, Drosselmeier dará una segunda explicación mucho más verosímil para la pequeña protagonista y quizás también para los lectores: una explicación que proviene del mundo de los cuentos. El cuento de la nuez Krakatuk con el que Drosselmeier da razones acerca de la guerra entre ratones y juguetes se organiza como un tradicional cuento de hadas, con una princesa hechizada por una bruja y un rey que ofrece la mano de su hija a quien pueda acabar con el hechizo. Pero como su narrador, el cuento no carece de elementos grotescos y el relato se aproxima a la parodia: una reina cocinera que prepara un banquete de salchichas, una Bruja Dama Ratoncia que hechiza a la princesa transformándola en un cascanueces, y la curación de la princesa que consiste en ingerir el fruto de una nuez rota por un hombre que nunca se hubiese afeitado ni llevado botas. Si para los personajes adultos El cuento de la nuez Krakatuk es sólo un cuento delirante, no lo será para Marie ni tampoco para el mismo Drosselmeier quien de manera lúdica y ambigua oficia de intermediario entre ambos mundos. Es Drosselmeier, el artista, el narrador de historias, quien llega a revelar a la pequeña Marie su rol como princesa salvadora del Cascanueces. En contrapunto con el apacible mundo de la familia Stahlbaum, el mundo de los juguetes en guerra con los ratones resulta inquietante y perturbador. La amenaza del Rey Ratón, un ser monstruoso de siete cabezas, va “in crescendo” a medida que avanza la historia. Las apariciones nocturnas del monstruo a Marie significan para la niña -pero también para el resto de la familia que percibe las huellas dejadas por el siniestro personaje- la invasión de lo sobrenatural, asqueroso y aterrador en el acogedor espacio del dormitorio de la niña. Si la batalla de los juguetes tuvo su explicación tranquilizadora (al menos para los personajes adultos) a través del accidente de Marie, las apariciones del Rey Ratón son percibidas no sólo por la niña, sino también por el resto de la familia a través de los juguetes y golosinas mordisqueados. De este modo los dos mundos comienzan a cruzarse y las explicaciones tranquilizadoras tambalean. Si el Rey Ratón comenzó siendo una amenaza para los juguetes, y en particular para su príncipe el Cascanueces, Marie llegará a temer por su propia vida a medida que las demandas del monstruo continúan en aumento. Es éste el momento de mayor tensión del relato.
El momento de mayor “climax” de la historia, el de las apariciones nocturnas del Rey Ratón, tiene su equivalente en las imágenes. Marie apenas se asoma entre sus sábanas en el borde izquierdo de la hoja, mientras el Ratón de siete cabezas se inclina sobre ella y su muñeca como si estuviera a punto de devorar a ambas. La garra del ratón se magnifica en la sombra de la pared junto a la almohada de Marie, mientras un grupo de ratones invade su cama. La perspectiva nuevamente es forzada de manera tal que las paredes de la habitación y su ventanal están a punto de desmoronarse sobre la aterrada niña, dando cuenta de lo opresivo de la escena.
Si las ilustraciones de Innocenti, como el relato de Hoffmann, no temen mostrar a sus pequeños lectores momentos de angustia y opresión, tampoco escapan al gusto por el juego humorístico. La escena del cuento de la nuez Krakatuk en la que Drosselmeier y su amigo se encuentran fumando las pipas en el centro de un enorme bosque asiático, da lugar en la imagen al humor y el delirio. Acorralados por un pantano, en lo alto de un peñasco ambos personajes se encuentran rodeados por toda clase de animales, cada uno de ellos presa o cazador, o ambas cosas a la vez, en una imagen donde la violencia de la Naturaleza deviene exageración surrealista.
(Reseña de Marcela Carranza en Revista Imaginaria Nº 231, http://www.imaginaria.com.ar/)

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