miércoles, 27 de febrero de 2008

violencia



Ecos de una tragedia en Jujuy
Mañana se cumplirán cinco años desde que Romina Tejerina está presa por matar, en el momento del parto, a su hija producto de una violación. Su caso se convirtió, desde entonces, en emblemático al poner de manifiesto la desprotección de muchas mujeres frente a la violencia sexual y la prohibición del aborto aun en los casos que la misma Justicia considera no punibles. Aun cuando el caso de Romina todavía espera una definición última de la Corte Suprema de Justicia —a cuya sede marcharán hoy organizaciones de mujeres—, la repercusión social generó conciencia y alivió la suerte de otras mujeres que sufrieron situaciones similares.
Por Elisabet Contrera
Un eco de voces se filtra entre los muros. Romina se despierta. El sonido es difuso, monocorde. Se apoya en las paredes tratando de descifrar qué dicen. Deambula, impaciente, por el cuarto para identificar de qué dirección proviene el grito colectivo. Tal vez, se dice, nació en San Pedro, ciudad jujeña que la vio crecer, de la que fue desterrada y a la que sueña con volver. Quizá, se pregunta, venga del barrio porteño de Lugano, donde Erna, a sus 23 años, también sufrió el encierro y el maltrato de la Justicia que luego la liberó de culpa. Romina continúa escudriñando. Escucha otros nombres de mujeres desconocidas. Se cuela el nombre de Susana que no está libre todavía de jueces que la acusan de matar a su bebé como a un animal. Cree reconocer el nombre Eli. Se pregunta si será la joven, del pueblo cordobés de San Javier, acusada de matar a su hijo recién nacido y absuelta por un jurado popular. Romina está a punto de descifrar la consigna de ese movimiento compacto que avanza hacia ella. ¡Libertad para Romina Tejerina! ¡Libertad para todas las rominas! es el mensaje. Un reclamo sostenido que enlaza las voces de las mujeres de todo el país y que mañana cumple cinco años.
Las voces rodean la Unidad Penitenciaria Nº 3, en Jujuy para inundar la celda de Romina Tejerina. El grito de justicia rompe con el silencio de la cárcel cada 23 de febrero, desde hace 5 años. Para Romina, ese día, del 2003, llegaban a su fin siete meses de sufrimiento, de artimañas caseras para ocultar su panza y de noches de sueños sobresaltadas al recordar el momento en que ese bebé era concebido en contra de su voluntad. Esa mañana, en el baño de su casa, cuando vio en la cara de la recién nacida el rostro de su violador, no pensó en más consecuencias que las del instante, no supo que para ella la Justicia se diluiría en el tiempo.

Mañana se cumple un nuevo aniversario de la mañana en que fue detenida bajo el cargo de homicidio calificado por el vínculo. Está a 9 años de cumplir los 14 de pena impuestos por un Tribunal oral y a tres meses —según los pronósticos de su defensa— de que la Corte de Suprema de Justicia de la Nación se expida sobre el caso.
La abogada de Romina, Mariana Vargas, presentó un recurso extraordinario solicitando al máximo tribunal la absolución de la joven por considerar que es inimputable. En este momento, el pedido está en manos del magistrado Juan Carlos Maqueda. Ya habrían dado su veredicto tres de los siete miembros de la Corte: Carmen Argibay, Enrique Petracchi y Raúl Zaffaroni. Este último recordó en varias oportunidades su rechazo a la reforma del Código Penal en 1994 a través de la cual se derogó la figura del infanticidio. Esa eliminación permitió que la pena por el delito pasara a tipificarse como homicidio calificado por el vínculo y la condena pasara de tres años de prisión a prisión perpetua. El pedido de la defensa recibió el voto en contra de la Procuración General de la Nación que, en un dictamen no vinculante, decidió desestimar el recurso por sostener que la joven comprendió la criminalidad de sus actos.
Hoy, mujeres de todo el país marcharán hacia la Corte Suprema para reclamar una vez más por la liberación de Romina. Su caso no sólo se convirtió en un icono de la saña judicial hacia la mujer, sino que representó un quiebre en la forma de mirar esas historias. “Fue un caso testigo no porque fuera el primero, o el único, sino por todo lo que puso en evidencia: la necesidad de reincorporar la figura del infanticidio al Código Penal, la impunidad de la violación, y el modo patriarcal de ejercer la justicia”, sostuvo Diana Maffía, filósofa, actualmente legisladora porteña por el ARI. También llevó a la escena pública los nombres de miles de mujeres, de otras “rominas” que viven —o vivieron— el encierro por sufrido situaciones similares. Una recorrida por los casos de infanticidio ocurridos en estos años pone en evidencia que el cambio operó con más fuerza en la sociedad y no en la Justicia, que todavía mantiene en vilo el destino de muchas mujeres. “La Justicia no cambió. En realidad, actúa distinto por temor a la reacción social. La gente ve estos casos con una mayor apertura que antes. Ahora no culpabilizan a la víctima, no la tildan de asesina, sino que piensan en el contexto, en las circunstancias que llevaron a eso”, explicó Mariana Vargas, que ya está en Buenos Aires, junto a Mirta, la hermana de Romina, para participar de la protesta que se realizará hoy. “Ahora, la gente tiene más conciencia de las inequidades sociales en las que viven las mujeres. Antes era un debate prohibido”, señaló María Elena Barbagelata, que en 2004 presentó como legisladora nacional un proyecto para reincorporar la figura del infanticidio al Código Penal, iniciativa que nunca fue aprobada
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Las12, Pagina 12 viernes 22 /02/2008


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