Karina Mairani murió en la madrugada del 13 de octubre de 2002 presumiblemente a golpes y luego quemada por su ex pareja Marcelo Rojas (el hijo ambos, de 2 años, fue asesinado por su padre un par de días después).
Olga Beatriz Yapour fue asesinada y arrojada a una cantera por su marido Carlos Alberto Krell el 05 de marzo del 2004.
Dana Quechi de 20 años, falleció el 19 de noviembre de 2007 a las nueve de la mañana, la autopsia determinó que "tenía lesiones causadas por seis proyectiles en el rostro y el cráneo". Los investigadores presumen que el culpable es Pedro Adorno (68), su concubino, quién la baleó cuando regresaban a Olavarría por la ruta 251.
Valeria Soledad Cazola de 24 años, fue asesinada a puñaladas por su novio el 12 de junio de 2008.
Olga Beatriz Yapour fue asesinada y arrojada a una cantera por su marido Carlos Alberto Krell el 05 de marzo del 2004.
Dana Quechi de 20 años, falleció el 19 de noviembre de 2007 a las nueve de la mañana, la autopsia determinó que "tenía lesiones causadas por seis proyectiles en el rostro y el cráneo". Los investigadores presumen que el culpable es Pedro Adorno (68), su concubino, quién la baleó cuando regresaban a Olavarría por la ruta 251.
Valeria Soledad Cazola de 24 años, fue asesinada a puñaladas por su novio el 12 de junio de 2008.
No es casual que se maten mujeres. No es casual que matar a una mujer sea considerado “una macana” (según dijo el asesino de Valeria). No es casual que en temas de violencia hacia las mujeres se siga escuchando: “por algo habrá sido”, “se le fue la mano”, “ella se lo busco”, “si se deja es porque le gusta”. Mientras se sigan reproduciendo estos discursos, seguirá siendo natural la violencia de género, seguirá siendo solo un “problema de mujeres”.
Sin embargo, la violencia de género es un problema social y el Estado debe prevenirlo, detectarlo y solucionarlo. Cuando un hombre mata a su pareja, a su ex-pareja, a una familiar o a su amiga no es un “crimen pasional” es femicidio. Según las Naciones Unidas una de cada tres mujeres sufre alguna forma de violencia a lo largo de su vida y cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las mujeres de 16 a 44 años la violencia domestica es la principal causa de muerte e invalidez, más que el cáncer, los accidentes automovilisticos y la guerra. Según datos de Artemisa noticias (recabados de diferentes agencias de noticias del país) en lo que va del año, son 42 las víctimas mortales por violencia de género en Argentina.
La violencia de género es todo acto de violencia ejercido sobre una persona por el solo hecho de ser mujer o ser hombre. Actualmente, las mujeres son quienes más la sufren. No es solo violencia física, es tener un salario menor por igual trabajo, son las publicidades sexistas en las que las mujeres solo están para mostrar sus cuerpos como mercadería para consumir, es la no distribución equitativa del cuidado de los hijos e hijas, es el acoso en la calle, en el trabajo, en el colectivo… y la lista sigue.
El Estado Argentino subscribe y ratifica convenciones internacionales que estipulan la erradicación de la violencia de género. Desde 1994, la Convención sobre la eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) tiene rango constitucional (atículo 75 inc. 22) y en 2006 se sancionó la Ley Nacional 26.171 que aprueba el Protocolo Facultativo de la CEDAW. En el ámbito de América Latina, existe la Convención de Belem do Pará o Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, el 9 de junio de 1994; esta convención fue ratificada por nuestro país en 1996 y convertida en Ley Nacional 24.632. A nivel nacional existe la Ley 24.417 de Protección Contra la Violencia Familiar (que puede ser una forma de violencia de género), promulgada el 28 de diciembre de 1994. Esto quiere decir que el Estado, en todas sus instancias (nacionales, provinciales y municipales), debe establecer políticas concretas de prevención, detección y atención de violencia de género en todas sus formas. Sin embargo esto no siempre se cumple y desde la creación de una ley hasta su efectiva aplicación puede pasar mucho tiempo y muchas víctimas.
La violencia de género inicia en el insulto, el menosprecio, el golpe; pero continua cuando una mujer decide hacer la denuncia y en cualquier comisaría no se la toman o la cuestionan; cuando no sabe cómo llegar a una comisaría de la mujer; cuando no existen (o no se aplican) leyes que determinen claramente que el agresor debe ser retirado inmediatamente de la casa; cuando no se tiene en cuenta la violencia para tomar medidas judiciales hasta que existen golpes; cuando los tiempos de la justicia hacen que la espera por la resolución sea demasiado larga y, a veces, eterna; cuando no existen espacios para aquellas mujeres que no tienen dónde ir una vez que denuncian al golpeador; cuando no existen políticas de prevención que eduquen en la equidad de género, en la igualdad entre personas como ciudadanos y ciudadanas, en el respeto, en la equidad en el acceso a educación y trabajo, en desandar caminos en los que se naturaliza que el hombre debe ser fuerte y la mujer débil.
Es necesario que el Estado aplique efectivamente las leyes para garantizar el derecho de todo ciudadano y toda ciudadana a vivir libre de violencia. Actualmente, Amnistía Internacional esta trabajando para que en Argentina la violencia de género sea considera un problema de Estado y se erradique. En el ámbito local, como colectiva, presentamos un proyecto integral al municipio, denominado “casa de las mujeres”. En el mismo buscamos no solo que exista un espacio para las mujeres que sufren violencia y deben irse de sus casas, sino que también se generen espacios de debate, de prevención, de difusión, de empoderamiento. Estamos convencidas de que la única forma de erradicar la violencia es entender que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, que nadie es superior. Queremos que Olavarría sea un espacio libre de violencia.
Sin embargo, la violencia de género es un problema social y el Estado debe prevenirlo, detectarlo y solucionarlo. Cuando un hombre mata a su pareja, a su ex-pareja, a una familiar o a su amiga no es un “crimen pasional” es femicidio. Según las Naciones Unidas una de cada tres mujeres sufre alguna forma de violencia a lo largo de su vida y cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las mujeres de 16 a 44 años la violencia domestica es la principal causa de muerte e invalidez, más que el cáncer, los accidentes automovilisticos y la guerra. Según datos de Artemisa noticias (recabados de diferentes agencias de noticias del país) en lo que va del año, son 42 las víctimas mortales por violencia de género en Argentina.
La violencia de género es todo acto de violencia ejercido sobre una persona por el solo hecho de ser mujer o ser hombre. Actualmente, las mujeres son quienes más la sufren. No es solo violencia física, es tener un salario menor por igual trabajo, son las publicidades sexistas en las que las mujeres solo están para mostrar sus cuerpos como mercadería para consumir, es la no distribución equitativa del cuidado de los hijos e hijas, es el acoso en la calle, en el trabajo, en el colectivo… y la lista sigue.
El Estado Argentino subscribe y ratifica convenciones internacionales que estipulan la erradicación de la violencia de género. Desde 1994, la Convención sobre la eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) tiene rango constitucional (atículo 75 inc. 22) y en 2006 se sancionó la Ley Nacional 26.171 que aprueba el Protocolo Facultativo de la CEDAW. En el ámbito de América Latina, existe la Convención de Belem do Pará o Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos, el 9 de junio de 1994; esta convención fue ratificada por nuestro país en 1996 y convertida en Ley Nacional 24.632. A nivel nacional existe la Ley 24.417 de Protección Contra la Violencia Familiar (que puede ser una forma de violencia de género), promulgada el 28 de diciembre de 1994. Esto quiere decir que el Estado, en todas sus instancias (nacionales, provinciales y municipales), debe establecer políticas concretas de prevención, detección y atención de violencia de género en todas sus formas. Sin embargo esto no siempre se cumple y desde la creación de una ley hasta su efectiva aplicación puede pasar mucho tiempo y muchas víctimas.
La violencia de género inicia en el insulto, el menosprecio, el golpe; pero continua cuando una mujer decide hacer la denuncia y en cualquier comisaría no se la toman o la cuestionan; cuando no sabe cómo llegar a una comisaría de la mujer; cuando no existen (o no se aplican) leyes que determinen claramente que el agresor debe ser retirado inmediatamente de la casa; cuando no se tiene en cuenta la violencia para tomar medidas judiciales hasta que existen golpes; cuando los tiempos de la justicia hacen que la espera por la resolución sea demasiado larga y, a veces, eterna; cuando no existen espacios para aquellas mujeres que no tienen dónde ir una vez que denuncian al golpeador; cuando no existen políticas de prevención que eduquen en la equidad de género, en la igualdad entre personas como ciudadanos y ciudadanas, en el respeto, en la equidad en el acceso a educación y trabajo, en desandar caminos en los que se naturaliza que el hombre debe ser fuerte y la mujer débil.
Es necesario que el Estado aplique efectivamente las leyes para garantizar el derecho de todo ciudadano y toda ciudadana a vivir libre de violencia. Actualmente, Amnistía Internacional esta trabajando para que en Argentina la violencia de género sea considera un problema de Estado y se erradique. En el ámbito local, como colectiva, presentamos un proyecto integral al municipio, denominado “casa de las mujeres”. En el mismo buscamos no solo que exista un espacio para las mujeres que sufren violencia y deben irse de sus casas, sino que también se generen espacios de debate, de prevención, de difusión, de empoderamiento. Estamos convencidas de que la única forma de erradicar la violencia es entender que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, que nadie es superior. Queremos que Olavarría sea un espacio libre de violencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario