domingo, 7 de septiembre de 2008

XXIII ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES

¡Ya basta de decirnos lo que tenemos que hacer!

Por Colectiva Feminista “La Revuelta”

Por paradojal que parezca, todo balance es inconcluso, provisorio, situado y corporizado. En esta nota vamos a hacer referencia a una de las aristas que concitan nuestra preocupación política, en relación a los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM), como es que distintos agrupamientos partidarios se arroguen el derecho de querer imponer cambios que -hasta aquí- el movimiento de mujeres ni reclama ni apoya.

Que constantemente nos digan lo que tenemos que hacer, parece constituirse en la carga con que debemos lidiar las mujeres a lo largo de nuestras existencias, en esta sociedad hetero–patriarcal. En resistir esta situación, a muchas se nos va la vida. Pero como si no alcanzara con vivirlo todos los días, hace unos años, este autoritarismo se viene entrometiendo en los ENM, de la mano de las “esclarecidas de siempre”.

El 16, 17 y 18 de agosto se realizó en Neuquén el XXIII ENM, entre 12 mil y 15 mil mujeres dejaron sus huellas en la ciudad. Nuestra Colectiva integró la Comisión Organizadora (C.O.), sabemos que hay mucho para reflexionar críticamente acerca del mismo, cuestión a la que vamos a seguir poniéndole el cuerpo desde nuestro compromiso político. En estas páginas lo haremos desde el recate de la riqueza que la heterogeneidad, la diversidad y la multiplicidad aportan para que las mujeres despleguemos en estos espacios, nuestros sufrimientos pero también, nuestro potencial de participación y creatividad.

Sexualidad, Educación, Arte, Medicinas alternativas, Pueblos originarios, Trata de personas, Prostitución, Sindicalismo, Estrategias para el aborto legal, Lesbianismo, Salud, Sostén de familia, Capacidades diferentes… son algunas de las temáticas que se desplegaron en 55 talleres (más info: www.23encuentromujeres.com.ar).

En especial nos interesa dimensionar el lugar que los talleres tienen en los Encuentros. En el año 1992 el ENM también se hizo en Neuquén. En esa oportunidad los talleres previstos desde la Comisión Organizadora fueron 23, es decir, las temáticas que hoy ocupan al movimiento de mujeres son considerablemente más abarcativas, tanto en términos cuantitativos como cualitativos.

Los ENM se sostienen desde hace 23 años, son únicos en Latinoamérica, el número de participantas se acrecentó de mil a quince mil, se recorren cientos de kilómetros para llegar, se generan solidaridades para bancarse el viaje, todo esto, y más, es en sí mismo profundamente disruptivo. Ninguna se va igual después de participar en un ENM. A raíz de algunos balances que circulan por distintos medios, nos preguntamos si quienes depositan todo el poder de estos encuentros en sus comisiones organizadoras, podrán alguna vez leer algo de lo enumerado anteriormente sin subestimar las capacidades de las mujeres. ¿Podrán vislumbrar que ninguna comisión organizadora puede llevar a 15 mil mujeres de las narices, para decirles lo que les conviene hacer?

En esta línea vale recordar que en estos 23 años, también hubo lugar para que las mujeres a las que les preocupaban temas que no estaban contemplados en el plan de talleres del ENM, organizaran sus propias autoconvocatorias. Por ejemplo, en 1992 se autoconvoca el taller: “La colonización de los cuerpos a los 500 años de la Conquista de América” y “Prevención de la violencia doméstica”; en 1993 en Tucumán: “Mujer, partidos políticos y participación en el poder”, “Prevención de la violencia”, “Anticoncepció n y aborto” y “Los niños de la calle”. Algo similar ocurrió en Buenos Aires en 1996 y en La Plata en el 2001. Además, existen otros espacios en los que se producen encuentros dentro del Encuentro: la peatonal feminista, la actividad organizada por las mujeres de la Comisión Carlos Presente (Co.Ca.Pre.) , la mesa de mujeres latinoamericanas, el acto en Zanón, el video debate contra la Trata, sirven de ejemplo.

Es decir, las mujeres que concurren a los ENM han sabido y saben proveerse de lo que quieren y necesitan, según las urgencias de los contextos políticos y de sus vidas cotidianas, sin necesidad de asaltar escenarios o de irrumpir con pretendidas verdades absolutas en los diferentes talleres.

Los talleres son los espacios que hace que los Encuentros sean lo que son. La diversidad de temáticas, la circulación de la palabra, las conclusiones que expresan lo debatido, los puntos de desacuerdo marcan lo que el movimiento de mujeres del país piensa, vive, siente con relación a la problemática en la que eligen participar. También marcan el ritmo de los debates y procesos en los que se está y, muchas veces, los límites de este presente.

En los talleres no se vota. Esta dinámica, en el marco de este tipo de acontecimientos, podemos leerla como un triunfo para el movimiento de mujeres. Es que, no siempre necesitamos votar para enfrentar los machismos de cualquier pelaje (ahí están los innumerables escraches que nos convocan en nuestra ciudad). Lamentablemente en los últimos años algunas corrientes políticas intentan, de distintas y repudiables maneras, que las mujeres y las feministas –que históricamente tuvimos que luchar para votar- usemos lo que le arrancamos a la burguesía, en contra de la construcción de consensos. Es real que las culturas políticas de las que disponemos van en sentidos opuestos al consenso y que suelen dirimirse en negociaciones por arriba. No obstante, como feministas inconvenientes, estamos interesadas en transitar posibilidades de articulaciones y prácticas que privilegien el consenso antes que las imposiciones mezquinas del voto liberal.

Los balances de algunos grupos (escritos a pocas horas de terminar el ENM) intentan mostrar que todo estuvo mal, excepto el hacer y la claridad política de ellos mismos. Balances triunfalistas que, contradictoriamente , no concitaron el consenso de la gran mayoría de las mujeres. Mal que les pese, la riqueza de la realidad que se expresa en los ENM, nos vuelve a mostrar, insistentemente, que no existe una ÚNICA VERDAD (ni la de clase, ni la lésbica, ni la feminista). Sí existe la heterogeneidad: de posiciones, de formas de hacer política, de manifestar rebeldías, de crear resistencias, solidaridades, disputas, enfrentamientos. Quizás el desafío esté en pensar que las heterogeneidades no provocan retrocesos en las luchas contra las jerarquías que explotan, oprimen y discriminan, sino que por el contrario, pueden contribuir a su ensanchamiento y profundidad.

Perseverantes, nos seduce pensar que: “...la fuga es cuando menos a dos voces, no puede establecerse en soledad... el tema es expuesto por una de las voces, que entra sola; a continuación, otra voz expone la respuesta, mientras que la primera le opone un contrapunto melódico y rítmico. Si la fuga está escrita a más de dos voces, la tercera reproduce el tema, la cuarta la respuesta y así sucesivamente. ... Las fugas se reúnen, se coordinan, se dispersan, se superponen”. (Marisa Belausteguigoitia y Araceli Mingo, en Géneros Prófugos. Feminismo y educación.Universidad Nacional Autónoma de México (1999: 14).) Se vuelven a encontrar en Tucumán…

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